La Asamblea General de las Naciones Unidas estableció en la Res. 68/192 del 18/12/2013 que:
“… ante la necesidad de crear mayor conciencia de la situación de las víctimas de la trata de personas y de promover y proteger sus derechos, designar el 30 de julio Día Mundial contra la Trata de Personas, que se celebrará todos los años a partir de 2014, invita a todos los Estados Miembros, los organismos competentes del sistema de las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales, así como a la sociedad civil, a que celebren el Día Mundial…”
La trata de personas conlleva una inconmensurable violación a los derechos humanos de quienes la sufren, siendo un delito que se concreta de distintas formas y prácticamente todos los países del mundo están involucrados ya sea como lugar de origen, tránsito o destino de las víctimas.
Tal como puede leerse en el sitio oficial del Ministerio Público de la Defensa, … “De acuerdo con datos de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), la información recolectada en 142 países muestra que más del 70 % de las víctimas de trata de personas son mujeres y niñas, y una de cada tres víctimas es menor de edad. Por ello es necesario visibilizar que la trata de personas con fines de explotación sexual es una de las formas más extremas de violencia de género, y contemplar que las damnificadas deben ser incluidas en las iniciativas estatales destinadas a contener ese tipo de violencias, resultando fundamental que se ofrezcan alternativas reales a las víctimas de trata de personas y a las personas en situación de prostitución, y se sostengan y profundicen las medidas sanitarias, económicas, educativas, laborales y habitacionales destinadas a socorrerles, para que puedan aspirar a una vida digna.”
Por ello entendemos que es necesario también poner el foco en el otro componente del delito, al cual generalmente no se alude, que es el usuario o consumidor, sin el cual este flagelo no existiría. Son necesarias políticas públicas y campañas educativas empezando en las propias escuelas, que enseñen que los cuerpos de las mujeres no son mercancías porque, sin clientes no hay prostitución ni trata.