Asociación de Abogadas y Abogados de Buenos Aires

Día Internacional de la Niña y la Adolescente

El pasado 11 de octubre se celebró el Día Internacional de la Niña. Esta fecha fue fijada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en el año 2011, y, como toda fecha de celebración o conmemorativa, su finalidad es generar, de algún modo, conciencia sobre una situación particular; en este caso, la de las niñas y adolescentes de todo el mundo.

Compartimos en esta ocasión una breve reflexión sobre el “empoderamiento” de las niñas y adolescentes, palabra que se escucha repetidamente pero cuyo peso, para lograr la trasformación social necesaria para alcanzar mayor justicia e inclusión, es frecuentemente ignorado.

Entonces, ¿qué es el empoderamiento de niñas y adolescentes?

Por empoderamiento nos referimos al proceso por el cual las mujeres, en un contexto de marcada desventaja por la existencia de barreras estructurales de género, adquieren o fortalecen sus conocimientos y capacidades para ejercer el poder que les es inherente y tener la libertad, información y apoyo inevitablemente necesarios para tomar decisiones y actuar por hacerlas realidad.

De este modo, es un proceso determinante para que las niñas y adolescentes alcancen una vida autónoma en la que puedan participar, en términos de igualdad, en el acceso a los recursos, al reconocimiento y a la toma de decisiones en todas las esferas de su vida. Es un proceso interno pero, a la vez social y colectivo, crítico para superar las desigualdades de género que afectan a millones de niñas y adolescentes.

En efecto, en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, la igualdad de género y el empoderamiento de las niñas y las mujeres se presenta como un objetivo independiente (Objetivo de Desarrollo Sostenible 5 – ODS 5), indisolublemente ligado al ODS 4 en lo concerniente al derecho a una educación inclusiva, equitativa y de calidad y al acceso aprendizaje a lo largo de toda la vida.

Es decir, el Estado cumple un rol decisivo para acompañar ese proceso en tanto debe asegurar que lxs funcionarixs e integrantes que se desempeñan  en cualquiera de sus tres poderes, no solo se abstengan de realizar prácticas exclusivas, expulsivas o discriminatorias hacia las niñas y adolescentes sino que también debe tomar medidas de acción positiva, entre las que se destaca la puesta en marcha de políticas públicas con un obligado enfoque transversal para combatir activamente las prácticas y comportamientos que importen la discriminación y violencia contra las niñas y adolescentes.

Ello, de conformidad con los principales instrumentos internacionales rectores en la materia: Convención sobre los Derechos del Niño, Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer y Convención de Belém do Pará y la agenda clave en empoderamiento de mujeres reflejada en la Declaración y la Plataforma de Beijing de 1995.

En lo concreto, contribuir al empoderamiento desde un lugar colectivo implica trabajar para eliminar cualquier forma de violencia en el ámbito público y privado, incluidas la trata, la explotación sexual y otros tipos de explotación; las prácticas dañinas, como el matrimonio infantil, precoz y forzado y la mutilación genital femenina; y cualquier barrera en el acceso a la salud, la educación, vivienda digna, así como también, el posicionamiento social y cultural de modo que, puedan derribarse los estereotipos de género que contribuyen a las desigualdades estructurales que afectan gravemente a niñas y adolescentes y al pleno ejercicio de sus derechos humanos.

En la actualidad son muchas las niñas que continúan creyendo que ocupan lugares diferentes en la sociedad, lo cual expone que todavía es largo el camino que queda por desandar para que la igualdad de género sea una realidad firme e indisoluble.

En lo concreto, y retomando lo anterior, el empoderamiento de las niñas y adolescentes no solo es una responsabilidad estatal y un proceso interno de cada una de ellas, sino algo mucho más amplio, abarcativo y atemporal. En este sentido, hacer que ese Objetivo de Desarrollo Sostenible sea una meta alcanzada y, justamente, sostenida en el tiempo es un compromiso que debe asumirse en el orden colectivo.

Puntualmente, en lo que nos convoca y nos une como Asociación, desde nuestro lugar como abogadas y abogados, y en la tarea que sea que desempeñemos, recordemos que, sin duda alguna, ese es el norte que debemos trazar en el horizonte para alcanzar una sociedad más justa, próspera e igualitaria.

 

Magdalena Perillo
Integrante de la Comisión de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes